Siente el peso de la continuidad, el descarado presente con su devenir infinito. Los móviles perpetuos son y serán siempre joyas lógicas de nuestra cultura humana, la perfección de un juego interminable donde no existe un cambio, un juego sin un final... ¿Diversión infinita?
Imaginemos entonces un móvil perpetuo, el cual nosotros por libre elección hemos comenzado sin darnos cuenta, dando el primer empujón. Una gorda sobre una banda en movimiento; vestida con ropa moderna (moderna quiere decir: completamente ajustada).
Detrás de la banda un hombre gordo, mórbido con cabello y bello por todas partes con dimensiones exageradas y aspecto simiesco, estirando el brazo lo más que puede cada vez que la gorda se retrasa. En la parte de enfrente, puesta sobre el tablero, una televisión con pornografía masculina.
Fuera de la escena, un público de hombres y mujeres rie, cada uno de ellos corriendo sobre sus respectivas máquinas. Fuera de la escena de la escena fuera de la escena, nosotros observamos; pero no sabemos si reir o llorar.
¿Es la sociedad un móvil perfecto?
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