Tengo un cofre, guarnecido con barras hierro por las aristas, perfectamente
remachado, fortalecido de esquina a esquina. Podría ser el castillo defensor
más potente en la caja de juguetes de un niño, pues para su pequeño tamaño es
un imponente objeto. Lo he abierto varias veces pero nunca recuerdo en sí qué
es lo que guardo allí.
Lo he abierto muchas veces eso sí, he perdido la cuenta, pero lo recuerdo,
puedo recordar con facilidad todo lo que he hecho con ese cofre pero no lo que
lleva dentro. Estoy cien por ciento seguro que tiene más cosas de las que
aparenta en sus dimensiones, pues mi suposición es que cuando entran ahí… jamás
vuelven y dejan de existir como nosotros las conocemos. Dejamos de conocerlas
en sí. Es una puerta pequeñísima a otra dimensión, a una dimensión que no
conocemos y que quizá alguna vez conocimos.
Escribo esto porque dentro de poco dejaré de conocer el cofre y lo que he
metido en él, todo se perderá entre sus palabras, frases, pequeños pasadizos, sus amplias
calles, grandes edificaciones, rostros, árboles, estrellas, galaxias,
constelaciones, universos todos negros de amargo olvido. Antes de que mi mundo colapse y muera por lo que he metido ahí adentro respóndeme... ¿Este lugar donde vivo está dentro de tu cofre?