miércoles, 31 de julio de 2013

Retrato a la auto-ninfomanía.


Al lector:
Antes de que empieces a leer... si no te vas a tomar esta sátira como lo que es... una crítica a algo, y sin embargo vas a criticar la crítica al decir que ésta no tiene validez artística, pues ¡muy bien! Felicíteme al dialéctico que sintetizó su pastel, pues pienso de igual manera, pues el arte no goza de morbo, sino de la inocencia propia de un gatito o de la gracilidad con la que mueve la cola un perro. Muy bien, dicho esto, ya nos comprendemos los dos: lea o deje leer, esa es la cuestión.

Quise hacer un trabajo diferente a lo que suelo hacer, espero que sea de su agrado, espero pues si sucede lo contrario, el show continuó y continuará.

Entraron personas a una sala color blanco muy brillante, y se sentaron todos en un medio círculo de sillas que tenía un sillón en su apertura. Tan pronto descansaron sus traseros, la sala se animó de pronto, llenándose de repente con un montón de murmullos y alguna que otra risita y tosido. Al parecer, todos allí eran ya conocidos camaradas o compañeros de algún tiempo pues todos intercambiaban papelitos con un montón de información, otros más sofisticados usaban sus aparatos celulares y ponían notas sobre las cosas recomendadas: Libros, relatos, videos, fotografías y pinturas; y una vez anotado todo, sonreían puerilmente de felicidad echándose el celular o las notas a los bolsillos.
El medio círculo parecía estar dotado de una variedad increíble, asiáticos, latinos, blancos, arios, afroamericanos, mongoles ¿Ya dije latinos y blancos? Ah, en fin... la variedad ahí era como la de cualquier lugar público, sin contar éste con las restricciones de convivencia racial propias que los organizaba generalmente, no, aquí todos era uno y uno eran todos. Siguió un tiempo más el ruido escandaloso de los murmullos, hasta que de pronto, dos hombres cruzaron el umbral de entrada de la sala y todos callaron de repente.
Los dos hombres se colocaron justo en la apertura del medio círculo, enfrente del sillón. Uno era exageradamente flaco como un guiñapo y daba la certeza que caería de bruces en cualquier momento, mientras que el otro se ajustaba a su antítesis, alto, bien alimentado y singularmente fornido. El grandullón se aclaró la garganta y empezó a recitar:
—Me alegra que hayan venido—esbozó una sonrisa, girando hacia todos los lugares de la media luna—pues el día de hoy, se ha unido a nosotros alguien que ha venido a ser una nueva persona, ¡Celebremos con un fuerte aplauso a nuestro nuevo miembro!—Las personas aplaudieron mientras este se acercó al hombre flaco y le susurró en el oído: —Haz lo tuyo. —Y lo jaló con facilidad al centro de la media luna y tomó asiento en el sillón.
Alzó uno de sus brazos con actitud pusilánime y comenzó a hablar tímidamente, colocándose el otro brazo en su nuca de manera que rascaba su cabeza:
—Hola, yo soy Patrick.
—Hola, Patrick—Replicó la audiencia al unísono en son desganado.
—Y bueno...—Se mantuvo un rato quieto y tenso en su posición y después relajó todo el cuerpo, cabizbajo y con los hombros gachos en señal de resignación— tengo un problema con la pornografía.
Prosiguió: “En realidad no solo con la pornografía sino con... la masturbación y..., bueno, ¿Eso qué importa? El caso es así: no poseo amigos como la gente común, llegan a aburrirme cruelmente, he llegado a pensar incluso que todas las personas son espejos de otras, manteniéndose así como espejos de espejos y siendo sincero, yo podría realizar fácilmente la actividad de cualquier persona, hablando con mi reflejo o con mi mente... ¡Sí que sí! Mi imaginación es una muestra de ello. Yendo al grano, no me considero afortunado de tener amigos comunes.
“Ed y Carly me quieren mucho y una vez mientras me enfrascaba en las lecturas de un montón de bestias surrealistas y existencialistas vieron no sin gran estupefacción un candor que surgía bellamente de mis ojos, algo así como una llama. Bueno, eso era en realidad mi mirada sobre los grandísimos pechos de Carly y era tan sugestiva que sugirió ir a comprar artículos tántricos, taoístas y todo tipo de fruslerías que creían correctas para que el fuego no incendiaria mi interior.
“Entonces... pues, entramos en una tienda que no solamente tenía la temática tibetana sino un montón de cosas esotéricas, antigüedades en cerámica, pinturas burdas y juguetes sexuales de que sé yo sé cuándo.
“Carly echó en la bolsa un libro sobre respiración y control de la eyaculación, mientras que yo, como mi mente, con mi fabulosa afición con el arte tomé una figura de cerámica algo tétrica, o debería decir tética... como sea, ella también tenía fuego en la mirada, al igual que yo, al igual que Carly, al igual que... bueno Ed es un fiambre y ya había desaparecido, pero en fin, volvimos a casa y ya saben... me enrollé con Carly, tiene un polvo simplemente magnífico, y puede hacer, decir, recitar, gritar y polvear mientras tiene al chamuco dentro pues intentaba decirme que me controlase para durar más pero en realidad no quise escuchar y fue inevitable que me viniese en sus senos. Terminado todo, nos echamos a dormir como troncos, enmarañados el uno con el otro, mientras al lado en mi mesita de noche, brillaban los pechos de la mística figura.
“Todo se alzó como la espuma, vi en Carly la oportunidad fantástica de un juguete sexual y así como los fuegos no calmaban, decidí mejor alimentarlos y cada vez la necesidad era más rara, necesitaba al cabo de un rato con ella, fingir violaciones, secuestros, hacer que se vistiera de un monstruo, inducirla a tener sexo en su menstruación oh... cuánta mierda hicimos en verdad ¿Quién hubiera creído ver en mi mejor amiga una pareja tan versátil?
“En tanto que los senos de mi muñeca de cerámica brillaban todas las noches y era realmente perturbador, penetrante tal vez pues al cabo de unas noches ya hasta soñaba con sexo o con cosas relacionadas con ello y el sentir era tan intenso que ya despierto en el día no sentía ni cosquillas en la polla, intentaba deshacerme de ella, de cualquier manera y terminaba otra vez sobre mi mesita de noche, no entendía en verdad qué podía hacer contra eso.
“Leímos en la red Carly y yo sobre ese problema que me causaba la muñeca de cerámica y de acuerdo con las descripciones de ésta, teníamos que volverla a vender o al menos conseguir alguien que la aceptara para deshacernos con ella, no le dimos mucha importancia y nos aventamos uno de esos raros polvos que tanto nos gustaban, con ella protagonizando la escena como “sexual godzilla”. Pero ya no sentía nada.
“Al cabo de unos días sin sexo ni nada, conseguimos a un coleccionador de objetos antiguos que tenía su tienda en un callejón escondido, fuimos a visitarlo no sin la duda de si en realidad quería comprar su maldición. Nos abrió la puerta un viejito de cabellos ralos y figura de cuasimodo que caminaba lento y sufría de mal de Párkinson. Se acercó a mí y tomó la figurilla de mis manos y cuando pude ver sus horribles arrugas llenas de lívidas venas a unos centímetros de mi cara entonces recordé: —Todas las personas son espejos de otras, por lo tanto otras son espejos de espejos— vi mi cara en su cara mientras alzaba el muñeco a contra luz, lo analizaba y luego me entregaba el dinero. ¡Tonterías!, pensé y salí de la tienda.
“Caminamos unos instantes y tras ver el culo de Carly entallado finamente entre las bolsas de la mezclilla meneándose de izquierda a derecha con el compás de sus pasos, debo admitirlo, no pude más y la jalé hacia un bote de basura y tuve el mejor polvo de mi vida, nervioso, como el contexto del sexo en público podía explicar, Carly y yo temblábamos todo el tiempo y mi pene desobediente  se salía todo el tiempo, por el nerviosismo y el deseo ardiente. ¿Estaré acaso soñando? Me pregunté, pero inmediatamente calló sobre nosotros una bolsa de basura y un viejecillo, junto con su joven nieto, indignado me entregó a mí y a Carly con un policía y bueno, es así como he llegado aquí”
Tras terminar su relato, miró a su alrededor y se procesaba una orgía gigantesca, no sabía de dónde pero de algún sitio habían salido mujerzuelas calientes que se emparejaron con cada uno de los presentes sobre sus sillas y que con pequeños saltos y jugarretas de mete-saca sumergían al salón en un clímax de gemidos y rechinidos de sillas contra el suelo. La melancolía rodó por la cabeza de Patrick, pues una parte inseparable de él no se encontraba allá, miró al suelo resignado y se dio cuenta que en su cremallera, unas manos conocidas hacían el trabajo de desfundar el arma.
¡Era Carly! Felizmente, comenzó el cortejo y desnudos, en sus trajes originales, comenzaron a... Patrick volteó y vio al hombre fornido fumando una pipa, solo en su sillón. El hombre se sacó la pipa de la boca y preguntó: “¿No estarás soñando?”
—Eh... Eh... Chico—dijo un oficial picándole las costillas—quiere hablar contigo el comisario, pasa por favor.
—Oh, esto huele a pura mierda—pensó.
Cruzó por la puerta de oficina que tenía un vidrio que decía: “Sheriff K. Malone” era un cubículo sencillo, un corcho pegado detrás de un escritorio con los casos sin resolver de periódicos locales, un escritorio común de madera rojiza con un vidrio sobre su tablón se encontraba en el medio del cuarto y sobre el vidrio del escritorio, había un periódico con la primera plana: JOVEN SE MASTURBA EN PÚBLICO. El sheriff sentado viendo hacia la pared le da la vuelta a su silla empresarial y se muestra embarrado en su asiento con las manos entrelazadas a la altura del pecho.
—Mira muchacho, no te la voy a hacer muy larga ¿Comprendéis? Pero tú tienes algo que yo necesito... y tú tienes un problema penal, dame lo que quieres y te librarás de tus problemas.
—Espero sea esa mierdera muñeca taoísta.
—Tú...—pronunció suave y cuidadosamente—tienes... una... pues, colección grandísima de porno bizarro y yo, como buena sheriff voy a confiscártelo—guiñó el ojo.
— ¿Buena?—Preguntó Patrick extrañado
—Sí, mi nombre es Katherine Malone—Se echó la mano atrás y desabrochó algo con dificultad y se soltó el cabello, bustos firmes y grandes, junto con un cabello café sedoso se mostraron de repente.
— ¿Sabe qué?
— ¿Sí?
— La prisión no suena tan mala... no quisiera, amm... usted en lugar de comprometer su trabajo no mandando aun criminal a prisión... ¿No preferiría tener sexo conmigo?
Katherine rió.
—Claro que sí, me encantaría tontín—sonrió y se le acercó para murmurarle algo—pero... ¿No estarás soñando?
Se despertó en un cuarto en totalmente negro de oscuridad y en su mesita de noche comenzó a brillar la estatua taoísta, iluminando bajo de sí, la computadora portátil de Patrick, que llevaba diversas pegatinas pornográficas, se estiró para intentar agarrarla pero se dio cuenta que su bíceps y antebrazo cargaban con una cabeza de cabellos largos, negros. Era Carly... ella por el movimiento de su brazo se despertó un rato, se acostó sobre la almohada y medio dormida pronunció, no soy tan pesada... tú sigues soñando.

Daniel Bolaños Cacho Iraizos.

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