lunes, 20 de mayo de 2013

Molly



Dudas, comentarios...

El Pony Anónimo

Remaba con afanada fuerza, difuminando en el agua a las estrellas que se reflejaban en la sombría y turbia agua del lago, había soñado varias… de hecho muchísimas veces con ésta escena, aquella en la que me adentraba dentro de un turbio y oscuro espejo gigantesco. Decirme sin embargo, ¿Cómo sería oscuro el espejo?  Pues, no recuerdo porqué lo es.
Remaba con tristeza sobrada, mirando sobre el agua mi oscuridad, tal cual como lo era, como una pesadilla, de la cual no puedes ver, sino sólo la superficie aparentemente acendrada, sólo oscuridad te puede mostrar ¿Por qué sería tan hermética la miseria?  Pues, no recuerdo porqué lo es.
Pues mientras remaba afanado y triste dentro de mi oscuridad aterradora y hasta cierto punto enervante, llegué a ver pintado sobre el agua, lo que podría ser la culminación de un delirium tremens, y sin pensar siquiera paré de arremolinar el agua, esperando que ya sosegada el agua borrara de sus superficies  la imagen que observé.
Pero aunque estuviera el agua tranquila, no se borraba de sus lienzos oscuros aquél rostro, iluminado alegóricamente de bellas facciones, como si el firmamento arriba reflejado hubiera donado su hermosura y el lago tranquilamente la hubiera alojado, copiando sino es con perfección, con gran exactitud su belleza insaciable.
Y observé lentamente cada detalle, su rostro pecoso de estrellas, su sonrisa brillante que la luna dibujaba con su suave desliz y sus facciones que se dibujaban alegremente con el viento que acariciaba la superficie.
¡Nunca había visto rostro más bello! ¡Nunca había visto doncella más hermosa! ¡Nunca de los nuncas! ¡Jamás de los jamases!
Mas cegado por su infinita perfección me quité todo lo que traía puesto y me lancé al agua.
Y nadando en picada, buscando el fondo, buscando lo ínfimo, lo superior, lo realmente perfecto y permanente, poco después me encontré adentro con una luz preciosa, brillante, que iluminaba todo con gran blancura, felicidad y que aún ahí dentro con la cabeza sumergida bajo el agua, me hacía respirar y entonces vi que amarrada a unos postes de madera, se encontraba una doncella, que era hermosa justo como el lago, que era blanca justo como las estrellas, que era brillante como la luz, pero… estaba presa a una cadena oxidada de letras eslabonadas, y ese yugo, habiéndolo descubierto, ensombrecía mi alrededor haciéndolo mortalmente lúgubre.

Poco después yo estaba desmayado a las orillas del lago bajo una ligerísima luz de linterna mientras un hombre apretaba mis adentros, sacando toda el agua turbia que habría tragado intentando respirar. El hombre estaba vestido como los pesqueros que pasaban su vida dentro del lago y tenía además sobre su cuello, un collar oxidado con unas iniciales. Todo eso ocurrió en la oscuridad sobre el lago Molly.

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