sábado, 25 de mayo de 2013

Si no soy lo que soy.


El Pony Anónimo
Si no soy quién desean ver, díganme que soy
si no soy aquél que le sonríe a todos,
y es así porque no tengo sombra ni reflejo
¿Entonces quién soy?

Si no soy lo que quieres que sea, entonces dime qué seré
si no soy aquél que vive del intelecto,
y no lo soy porque gozo “ocioso”,
¿Entonces qué será de mí?

Si no soy lo que soy entonces, dime qué soy
si no soy el que aguarda en tu corazón,
si no soy el que roba tus pensamientos,
¿Entonces quién soy?


Si no soy lo que dicen, hablan, ni piensan
y tampoco soy lo que quiero ser,
menester es decir que finjo existir
Pues si no soy lo que deseo ser, nada soy.

jueves, 23 de mayo de 2013

Análisis Psicológico.


El Pony Anónimo

Interesantemente, después de unos sucesos virtualmente esquizofrénicos, de los cuales he negado ya varias veces que eran mentira, se me viene a encerrar a un complejo psiquiátrico a el cual se acordó internarme después de largas pláticas entre mis amigos, familiares e incluso enemigos, buscando darle fin a la ilusión que me acecha sin descanso, que me abraza y me abduce al canto, que se vuelve alucinante, que me da tranquilidad y sosiego y que sin embargo es tan venenosa como magnánima.
Hoy se puede ver los campos verdes del hospital siendo bañados por el sol matinal, esperando el grito que clama la libertad de aquellos a quien la devoción los ha abandonado, ¡Benditos, Oh Benditos! ¡Disfrutad de la libertad que os enaltece! Pero, cuando oigan los sollozos de la fantasía, ahogados por las paredes fisuradas y sombrías del complejo, vuelvan allí, sirvan y consuelen, amen y procuren, al sueño que les da más libertad que los campos y horizontes. Sírvanle como los más fieles vasallos a este sentimiento, aún cuando parezca efímero.

Hace mucho, muchísimo que no sentía ese dulce estupor fantástico, un sentimiento adulador hacia la existencia humana, la cual que generalmente goza de monopolaridad y frialdad excesiva. Sin embargo, el culteranismo al que intento someterme, no me permite hablar textualmente; por lo que enloquezco al instante; más aún de lo fuera de mi razón que estaba en un principio, por eso permanezco encerrado en estas puertas de acero pues no he desesperar mientras mi ilusión no me abandone.

Apareció ante mi esa mañana, antes de que se asomaran los primeros rayos del sol, reflejándose levemente en el cristal de mi ventana, justo antes de que llamara Dios a que nos reuniéramos con la realidad física; ella y yo paseamos por praderas y pastizales donde los leones retozaban alegremente, a conciencia del clima, caluroso y árido, sin embargo nosotros no retozamos y ella, tomando forma de león me dijo:  —Tú, con tu pequeña boca y tus romos dientes, no podrás argumentar contra alguno de estos leones.—
Y en un abrir y cerrar de ojos, la fantasía se hizo polvo, y yo yacía en mi cama hecha de barrotes, de latón.

En la noche de unas semanas después, me llevó a una cima helada a ver las estrellas, y pasaban y pasaban estrellas fugaces, llenando el cielo estrellado, mientras muchas cebras con aspecto cimarrón y anchas patas se paseaban jugueteando con el hielo y así, ella se convirtió en una cebra cimarrona que con una actitud altiva copiosa, señalando a las estrellas dijo: —Nunca soportarías la altura de ese monte, frío y nevado, en el que puedes ver la vista más hermosa que en siglos verías, primero resbalarías o te congelarías—.
Y tan pronto su voz acabó de referir esas palabras estaba otra vez en mi cuarto, que a medida del tiempo las alucinaciones aumentaban y se iban entramando en grietas y humedad de las paredes.
Al poco tiempo pesqué una enfermedad, que volvía más frecuentes mis sueños lúcidos con la damisela que podía llevarme a cualquier lado. La realidad ahora parecía un chiste, uno de aquellos que en el principio te dejan sin respiración pero que después te enoja de sólo oír de ello, pues en la realidad no existía ella, no de la manera en que podía interactuar con ella, estaba a lo mejor entre los campos floridos, o tal vez entre las nubes o tal vez ... o tal vez no sé, pero es menester decir que no sé dónde se encuentra o dónde podría estar porque mi existencia reside en su pensar, y en su sentir ¡Oh, desdichado yo! daría cualquier cosa porque una neurona suya pensara en mi en este momento.

Y en un sueño, el más lúcido y perfecto que he tenido se presentó ante mi... con una rosa entre los dientes, bajo la forma combinada del león y de la cebra montañesa me tomó con una cola prensil —Que no sé de dónde salió— me llevó por la sabana gigantesca que estaba en la meseta en la que nos encontrábamos y en el centro de esa rara meseta, árida a causa del frío y con una vegetación casi desértica, se encontraba alzada en medio de la nada una iglesia, que en su fachada hecha de piedras calizas esculpidas, combinaba varios tipos de artes coloniales, medievales entre otros; los adornos excesivos del barroco se mostraban en figurillas dibujadas arriba del umbral de la gigantesca puerta, el estilo gótico se dibujaba en torreones picudos como agujas. Finalmente ella me hizo entrar; y adentro era un laberinto con paredes de cantera verde, excesivamente esculpido y adornado con pequeñas piedras preciosas de diferentes colores.
Ella ahora transformada en su forma humana me dio una botella de licor y se perdió entre el laberinto, volteé en dónde debería estar la puerta y me dije: "¿Y ahora que se supone que debo de hacer?



lunes, 20 de mayo de 2013

Molly



Dudas, comentarios...

El Pony Anónimo

Remaba con afanada fuerza, difuminando en el agua a las estrellas que se reflejaban en la sombría y turbia agua del lago, había soñado varias… de hecho muchísimas veces con ésta escena, aquella en la que me adentraba dentro de un turbio y oscuro espejo gigantesco. Decirme sin embargo, ¿Cómo sería oscuro el espejo?  Pues, no recuerdo porqué lo es.
Remaba con tristeza sobrada, mirando sobre el agua mi oscuridad, tal cual como lo era, como una pesadilla, de la cual no puedes ver, sino sólo la superficie aparentemente acendrada, sólo oscuridad te puede mostrar ¿Por qué sería tan hermética la miseria?  Pues, no recuerdo porqué lo es.
Pues mientras remaba afanado y triste dentro de mi oscuridad aterradora y hasta cierto punto enervante, llegué a ver pintado sobre el agua, lo que podría ser la culminación de un delirium tremens, y sin pensar siquiera paré de arremolinar el agua, esperando que ya sosegada el agua borrara de sus superficies  la imagen que observé.
Pero aunque estuviera el agua tranquila, no se borraba de sus lienzos oscuros aquél rostro, iluminado alegóricamente de bellas facciones, como si el firmamento arriba reflejado hubiera donado su hermosura y el lago tranquilamente la hubiera alojado, copiando sino es con perfección, con gran exactitud su belleza insaciable.
Y observé lentamente cada detalle, su rostro pecoso de estrellas, su sonrisa brillante que la luna dibujaba con su suave desliz y sus facciones que se dibujaban alegremente con el viento que acariciaba la superficie.
¡Nunca había visto rostro más bello! ¡Nunca había visto doncella más hermosa! ¡Nunca de los nuncas! ¡Jamás de los jamases!
Mas cegado por su infinita perfección me quité todo lo que traía puesto y me lancé al agua.
Y nadando en picada, buscando el fondo, buscando lo ínfimo, lo superior, lo realmente perfecto y permanente, poco después me encontré adentro con una luz preciosa, brillante, que iluminaba todo con gran blancura, felicidad y que aún ahí dentro con la cabeza sumergida bajo el agua, me hacía respirar y entonces vi que amarrada a unos postes de madera, se encontraba una doncella, que era hermosa justo como el lago, que era blanca justo como las estrellas, que era brillante como la luz, pero… estaba presa a una cadena oxidada de letras eslabonadas, y ese yugo, habiéndolo descubierto, ensombrecía mi alrededor haciéndolo mortalmente lúgubre.

Poco después yo estaba desmayado a las orillas del lago bajo una ligerísima luz de linterna mientras un hombre apretaba mis adentros, sacando toda el agua turbia que habría tragado intentando respirar. El hombre estaba vestido como los pesqueros que pasaban su vida dentro del lago y tenía además sobre su cuello, un collar oxidado con unas iniciales. Todo eso ocurrió en la oscuridad sobre el lago Molly.

domingo, 5 de mayo de 2013

Tenoch.


Hoy es un día solemne, un día excelente para llegar a la redención y al perdón por aquello que considero una moderna faramalla. Sí, hoy es un día solemne porque me marcho, dispuesto a que me quite el asco de los carteles que causan epilepsia. Pues estoy dispuesto a ver la luz por vez primera, lejos de la luz de mi sombría pantalla que no me muestra más que una representación de la vida totalmente idealizada, o del frío que entra por mi ventana, aquél que me hace temblar y arrastrarme por nuevas fuentes de calor o tal vez debería hablar de mi vieja estantería de libros que no me dicen palabras que no me sé, por eso he llegado a la decisión que me dio la sabia gente del pueblo; ir con Tenoch.

—Buenísimos días Señor—Saludó Tenoch sin dar vuelta, ni mostrar ni una distracción a lo que se encontraba haciendo en ese momento, que parecía ser cortar unas cuantas ramitas de enredadera de la pared de su vieja choza. Dijo sin dar la media vuelta:
— ¡Sabría que vendría!
— ¡Oh! ¡No podrá usted estar hablando en serio!
— ¡Claro que sí! Debe de ser el señor que viene a buscar una linda novia; la más bonita entre las bonitas, la más linda entre las lindas y la más perfecta entre los mortales.
Un aura de tremenda decepción corrió por mi espalda en forma de un balde de agua fría, limpiándome del poco alivio que había generado estar ahí parado.
—No, no soy aquél que mencionas.

—Uhmm… debes de ser entonces aquél que quiere comerse el mundo de un bocado, y con él, los papiros verdes, las piedras brillantes y los objetos valiosos a voces.
El agua fría volvió a recorrer mi espalda que se íbase ora encorvando a causa de la decepción.
— ¡No! No soy aquél que tú mencionas.
— Entonces debes de ser tú el más insaciable de todos, el que desea tener a los pies de todos en las palmas de las manos, pero no para cargarlos ¡No señor! Sería para tenerlos cerca y de ser necesario aplastarlos con sólo cerrar el puño…
—Debo decirle Tenoch, que no soy aquél que mencionas.
— Entonces… ¿Eres el que llora por las comedias?
—Inquirió sorprendido, dando por fin la media vuelta y enseñando unas facciones algo extrañas.
— El que viviría en las nubes si no fuera por los extraños sabores de lo que ahora ya no se llama decente.
—Gran ser, debo de decirte que si has venido por tus problemas de náusea y descontrol, no podría ayudarte.
El balde se vació por completo sobre mi espalda.
— ¡¿Cómo que no puedes ayudarme!?
— No, no puedo, no puedo con lo que Dios me ha dado.