Es un lindo cuento que tiene un buen mensaje a mi parecer y espero que les agrade.
La terrible inutilidad del humano ante la emancipación de su sexo opuesto, es la funesta causa del desastre social actual, donde se nota claramente la redundancia de nuestra raza; pues hay una necesidad de crear necesidades donde no las hay.
El Extraño Bloque de Oficinas.
Última Maiden
"Señorita Woodheart" Esas eran las palabras que contenían todos los despachos de aquella oficina que olía a formol, éter y cloroformo, pero contrario a lo que el olor nos contaba, —Que hablaba de ejercer la química.— el lugar era ocupado por especialistas psicológicos y jurídicos.
Muchísimas mujeres esperaban en el cuarto adyacente al pasillo donde se lucían las puertas rotuladas, cuarto en dónde se hacía antesala para entrar a uno de los diferentes cuartos de Señoritas Woodheart y también, contrario a lo que diría cualquier mente cubierta de cochambre, las mujeres no entraban con las Woodheart para saciar sus deseos carnales, sino sentimentales.
—Brooke Lovewood, Seiscientos Ochenta y Nueve.—Decía el megáfono— Brooke Lovewood, Seiscientos Ochenta y Nueve.
La muchacha a quién voceaban era una mujer de cabello muy oscuro y brillante, como el azabache y era una adolescente como de unos 15 o 16 años, de una complexión media y de baja estatura. Tomó unos papeles que tenía en las piernas y caminó haciendo un ruido chirriante por las lozas de mosaico marmóreas, hasta que llegó en al lugar dónde les pasan revista y toman su documentación, que era una caseta donde pasabas las cosas por la rendija de un grueso y macizo vidrio.
— ¿Es usted la señorita B. Lovewood?—Inquirió fría y directamente una dama con el pelo muy sostenido y corto, sin dar pausa para que respondiera, continuó:— Para comprobarlo, por favor permítame su documentación en regla.
Brooke pasó los papeles que tenía en la mano por la rendija de vidrio, la señora los leyó rápidamente y dijo:
—Todo correcto Señorita puede pasar—Le selló los papeles y se los devolvió deslizándolos por la rendija rápidamente. El sello tenía las inscripciones "APROBADO" y ahora esas mismas estaban sobre el papeleo de Brooke, justo al lado del sello la recepcionista le puso un número, que debía de ser el de el número de oficina en la que le atenderían. Algo predecible fue tal trance que el número de oficina que le asignaron era el mismo que su número de turno.
Llegó a la oficina correspondiente y tocó. —Pase, por favor.—Dijo una voz que venía de dentro del cuarto.
Brooke pasó y adentro había una oficina de papeles desordenados, libros apilados en el piso por todas partes, incluso se lograban ver botellas de licor que habíanse derramado sobre algunos documentos, las persianas estaban hechas un estropicio y por el pisapapeles roto de la mesa pudo ver el nombre de quién la atendía: "Alicia Woodheart".
—Dígame, ¿Por qué quiere realizar tratamiento? ¿Es acaso que este sujeto lo motivó?—Señaló a uno de los muchos rostros que se encontraban en una hoja de papel.
Brooke negó con la cabeza.
— ¿Es este entonces?
Brooke volvió a negar.
—Señálame quién es...
Brooke señaló a un muchacho que tenía un semblante gracioso y que sonreía alegremente a la cámara.
—Perfecto, bien, quiero que firmes acá y acá, te quitaremos ese recuerdo.
— ¡Pero no quiero olvidarlo! ¡Sólo superarlo!
La señorita chasqueó con la boca mientras movía la cabeza negativamente.
—Has venido aquí por la cura, no a poner condiciones así que acepta o márchate.
Brooke pensó un buen rato, y después de pensarlo firmó el papel. La damisela abrío un compartimiento de su escritorio de dónde sacó un par de botellas, una de éter y otra de formol, luego del bote de basura sacó cloroformo y tequila, en sus respectivas botellas e hizo un cóctel con ello y dándole a las cosas un toque esotérico le dijo que mencionara su nombre y se tomara el gigantesco vaso.
—Jack.—Y se empinó toda la solución.
El mundo de Brooke empezó a dar vueltas y vueltas, todo era de colores graciosos, pero sobre todo oscuros y con falta de color, podía ver millones de fotografías pero no sabía quién era cada quién, ni lo que podría sentir por ellos, ni lo que alguna vez sintió, sólo veía caras y cuerpos, caras y cuerpos... y ¡bam! cayó profundamente dormida.
Días después, apareció en uno de las puertas de los cuartos en los nuevos complejos de oficinas WoodHeart, la inscripción Brooke WoodHeart, quién de ahora en adelante se pasaba ojeando libros de caras bonitas y hombres guapos, en una oficina como toda una profesional y acabando con los problemas de otras mujeres que no se podían enamorar por errores y cadenas pasadas. Lo que nadie sabe es que los hombres lo hacen tal vez más seguido, o ¿Tal vez no?. Es un misterio de nuestra sociedad, dicen que habrán competencias al respecto.
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