El pony anónimo
“—Te voy a sacar de
aquí
El griego le puso la
mano en el hombro y le sonrió.
—Todos estamos en el mismo manicomio, los de dentro y los de fuera. Tan sólo nos divide un muro.”
Bernardo Esquinca, Fragmento de "Octava Plaga"
—Todos estamos en el mismo manicomio, los de dentro y los de fuera. Tan sólo nos divide un muro.”
Bernardo Esquinca, Fragmento de "Octava Plaga"
Todos se reían de él, la gente lo miraba feo, las señoras que pasaban tapábanles los ojos a sus hijos para que no lo vieran, los hombres gruñían cuando pasaban junto a él y todas las personas, absolutamente todas se indignaban de oír aquél discurso, mientras las caras de asco pasaban y pasaban el loco no paraba de hablar sobre el amor.
Arañando el empedrado de esa vieja calle colonial se había acercado un
muchacho que tenía una feliz mirada al escuchar al loco, finalmente el viejo
loco cesó de hablar y el muchacho inquirió:
— ¿Cómo puedes comprobar que es verdad lo que nos dices?
El viejo tomó de la mano al muchacho y lo llevó a uno de los jardines de la ciudad, donde las plantas a razón de la primavera daban hermosas flores, los perros descansaban en césped y los niños jugueteaban y perseguían a las mariposas, que traviesas, burlaban a los niños con feliz gracilidad.
— Decidme muchacho, ¿Por qué es este lugar tan feliz?
El muchacho miró a su alrededor, volviendo a retocar cada punto, cada persona, cada flor, cada mariposa y cada sonrisa pueril hasta que pensó en su respuesta y la expuso.
— Naturalmente, porque es hermoso.
El loco negó con la cabeza. —La hermosura es simplemente un espejo de lo que hay dentro, de la armonía que se genera en el interior, alguien feliz se ve hermoso, feliz, agradecido y comparte ese sentimiento, tu corazón lo dicta todo, muchacho.
Entonces el muchacho se quedó un buen rato cavilando, atrapado en su cabeza y entonces preguntó:
—Y si es todo así ¿Por qué el amor es...
El anciano no lo dejó terminar y lo jaló hacia a una plaza llena de pequeñas mesas donde servían café y los enamorados se sentaban a mirarse profundamente o a besarse, al fondo se oía un acordeón y las palomas blancas volaban de un lado al otro.
—Respóndeme algo muchacho—Dijo el loco señalando a dos mesas de la plaza— ¿Cuál de las dos parejas se querrá más?
El muchacho pensó otra vez y observó detenidamente a las dos parejas sentadas en las sólidas mesitas metálicas de jardín, una de las parejas se besaba y se agarraba de la mano, y la otra pareja se dedicaba a mirarse entre sí, recargando sus codos en la mesa y apoyando su cabeza entre las manos. Tenía ya su respuesta y respondió:
—No creo que las otras dos personas sean pareja aún.
El viejo rió y comenzó a toser. —Lo dices porque tú piensas como ellos dos—Señaló a la otra pareja.
El muchacho se ruborizó y se puso a pensar otra vez, pero el viejo interrumpió sus pensamientos diciéndole:
—Ahora hazme un favor... y será el final de mi enseñanza
— ¿Cómo puedes comprobar que es verdad lo que nos dices?
El viejo tomó de la mano al muchacho y lo llevó a uno de los jardines de la ciudad, donde las plantas a razón de la primavera daban hermosas flores, los perros descansaban en césped y los niños jugueteaban y perseguían a las mariposas, que traviesas, burlaban a los niños con feliz gracilidad.
— Decidme muchacho, ¿Por qué es este lugar tan feliz?
El muchacho miró a su alrededor, volviendo a retocar cada punto, cada persona, cada flor, cada mariposa y cada sonrisa pueril hasta que pensó en su respuesta y la expuso.
— Naturalmente, porque es hermoso.
El loco negó con la cabeza. —La hermosura es simplemente un espejo de lo que hay dentro, de la armonía que se genera en el interior, alguien feliz se ve hermoso, feliz, agradecido y comparte ese sentimiento, tu corazón lo dicta todo, muchacho.
Entonces el muchacho se quedó un buen rato cavilando, atrapado en su cabeza y entonces preguntó:
—Y si es todo así ¿Por qué el amor es...
El anciano no lo dejó terminar y lo jaló hacia a una plaza llena de pequeñas mesas donde servían café y los enamorados se sentaban a mirarse profundamente o a besarse, al fondo se oía un acordeón y las palomas blancas volaban de un lado al otro.
—Respóndeme algo muchacho—Dijo el loco señalando a dos mesas de la plaza— ¿Cuál de las dos parejas se querrá más?
El muchacho pensó otra vez y observó detenidamente a las dos parejas sentadas en las sólidas mesitas metálicas de jardín, una de las parejas se besaba y se agarraba de la mano, y la otra pareja se dedicaba a mirarse entre sí, recargando sus codos en la mesa y apoyando su cabeza entre las manos. Tenía ya su respuesta y respondió:
—No creo que las otras dos personas sean pareja aún.
El viejo rió y comenzó a toser. —Lo dices porque tú piensas como ellos dos—Señaló a la otra pareja.
El muchacho se ruborizó y se puso a pensar otra vez, pero el viejo interrumpió sus pensamientos diciéndole:
—Ahora hazme un favor... y será el final de mi enseñanza
El muchacho aceptó asintiendo con la cabeza.
—Muy bien—Dijo el anciano—Quiero que me lleves con aquella persona que… am, pues es especial para ti.
Y esta vez el muchacho lo tomo por la muñeca y lo llevó a una casa de piedra, grande, atrapada entre enredaderas y que tenía una terraza que cortaba un ángulo del segundo piso dónde estaba sentada leyendo sobre una silla de madera, una bella doncella, de una constitución media (ni robusta ni delgada) con unos preciosos cabellos cafés que brillaban al sol, una enigmática mirada color azul unos delgados y muy finos labios rosados y una nariz respingada.
—Es ella—Señaló el muchacho a la damisela.
—Vaya que es bonita. —Dijo el viejo asombrado— ¿Es tú novia?
— Sí lo es señor. —Respondió el muchacho.
— ¿Y la amas?
— No, la quiero. El “amar” es una palabra muy fuerte.
El viejo rió una vez más como antes pero ahora en vez toser, la risa se le oyó intensamente seca.
— ¿Qué pasa señor? ¿Por qué se ríe?
—Porque la palabra amar… tiene como 350 traducciones, y sólo una interpretación, la utilizan desde los más pobres hasta los más ricos, las mujeres lo desgastan como cincel a una barra de mármol, los hombres la han inventado con un fin y es por supuesto expresar algo, que cómo ya he dicho… sólo significa algo y para millones de personas significa lo mismo, pero no has de querer perder el tiempo con lo que te va a decir el viejo loco de la calle principal ¿O sí?
—Muy bien—Dijo el anciano—Quiero que me lleves con aquella persona que… am, pues es especial para ti.
Y esta vez el muchacho lo tomo por la muñeca y lo llevó a una casa de piedra, grande, atrapada entre enredaderas y que tenía una terraza que cortaba un ángulo del segundo piso dónde estaba sentada leyendo sobre una silla de madera, una bella doncella, de una constitución media (ni robusta ni delgada) con unos preciosos cabellos cafés que brillaban al sol, una enigmática mirada color azul unos delgados y muy finos labios rosados y una nariz respingada.
—Es ella—Señaló el muchacho a la damisela.
—Vaya que es bonita. —Dijo el viejo asombrado— ¿Es tú novia?
— Sí lo es señor. —Respondió el muchacho.
— ¿Y la amas?
— No, la quiero. El “amar” es una palabra muy fuerte.
El viejo rió una vez más como antes pero ahora en vez toser, la risa se le oyó intensamente seca.
— ¿Qué pasa señor? ¿Por qué se ríe?
—Porque la palabra amar… tiene como 350 traducciones, y sólo una interpretación, la utilizan desde los más pobres hasta los más ricos, las mujeres lo desgastan como cincel a una barra de mármol, los hombres la han inventado con un fin y es por supuesto expresar algo, que cómo ya he dicho… sólo significa algo y para millones de personas significa lo mismo, pero no has de querer perder el tiempo con lo que te va a decir el viejo loco de la calle principal ¿O sí?
El joven se le acercó y le puso la mano en el hombro.
—Quiero oírle cada palabra señor.
El viejo se estremeció otra vez y casi casi gritando continuó…
— ¿Qué amar es una palabra muy fuerte? Pues entonces no la amas en realidad, el “te amo” existe para todo aquél a quien quieres fuertemente, a quien abrazas con el corazón con gran sentimiento o a aquél a quien necesitas, pero…— alzó los brazos y los extendió y comenzó a hacer ademanes— No es aquello, que se sienta especial, es un sentimiento común… pero en realidad el amor que se tiene hacia una dama no tiene definición ni traducción a otro idiomas ¡Mucho menos al lenguaje de los besos y al acto del coito! Aquél que no ha sentido que un te amo no es un realidad un te amo, sino un te quiero, y un te quiero es cualquier cosa entonces no ha sentido qué es el amor. Y no falta aquél que te dirá: “Pero si es que se ha acabado entonces no era amor” pero ante toda lógica fría, lo era, el amor no espera nada a cambio amigo, el amor es amor por amor, pues porque aunque se haya acabado, tú la querías a ella o ella a ti. Y yo puedo decirles a qué es lo que le llamo “lo inexplicable” el por qué he descartado al mundano “te amo” por una metáfora o una analogía, a explicar el sentimiento, a expresar directamente lo que sientes, a algo que no te lo va a decir un diccionario a algo que no puedes ponerlo como general, porque… ¡Oh! ¿Quién habrá sentido antes correr por la sangre de un águila negra que vuela sobre el Himalaya cuando habla con ella? ¿Quién sintió antes salir de su cuerpo mientras olía el aroma de su cabello? ¿Quién sintió todo como una fantasía después de haber sentido el deleite de sus labios? ¿Quién ha creado la música más hermosa en su cabeza mientras te cuenta su día? ¿Quién ha bailado al son de las aves después de haber pasado un segundo a su lado? ¿Quién creó todo un mundo alrededor de una serie de miradas? ¿Quién ha llorado tanto la muerte de aquello que no ha muerto?
El muchacho harto de escuchar al viejo se convenció que era no más que un loco por lo que llamó a la policía y pidió que lo llevaran a internar a un hospicio, un manicomio o que le aplicaran eutanasia, pero el viejo perdido en sus sentimientos y en sus ideales no se dio cuenta que él se había marchado. Los policías tomaron al viejo por los brazos
pero él seguía gritando:
— ¡Fui yo! Y eso suena muy simple aquí ante ustedes, porque el lenguaje encadena al corazón y a los sentimientos, así como el cuerpo encadena al alma, pero lo más importante es… ¿Quién perdió la razón jugando a esconderla él mismo? ¡FUI YO! ¡Carajo fui yo! ¡Y ahí no había muerte! ¡Y ahí no había odio! No había guerras.
A la mañana ya no había loco gritando, ni niños riendo, ni madres censurando, ni hombres mirando feo, el mundo volvió a borrar una duda de sus páginas blancas.
—Quiero oírle cada palabra señor.
El viejo se estremeció otra vez y casi casi gritando continuó…
— ¿Qué amar es una palabra muy fuerte? Pues entonces no la amas en realidad, el “te amo” existe para todo aquél a quien quieres fuertemente, a quien abrazas con el corazón con gran sentimiento o a aquél a quien necesitas, pero…— alzó los brazos y los extendió y comenzó a hacer ademanes— No es aquello, que se sienta especial, es un sentimiento común… pero en realidad el amor que se tiene hacia una dama no tiene definición ni traducción a otro idiomas ¡Mucho menos al lenguaje de los besos y al acto del coito! Aquél que no ha sentido que un te amo no es un realidad un te amo, sino un te quiero, y un te quiero es cualquier cosa entonces no ha sentido qué es el amor. Y no falta aquél que te dirá: “Pero si es que se ha acabado entonces no era amor” pero ante toda lógica fría, lo era, el amor no espera nada a cambio amigo, el amor es amor por amor, pues porque aunque se haya acabado, tú la querías a ella o ella a ti. Y yo puedo decirles a qué es lo que le llamo “lo inexplicable” el por qué he descartado al mundano “te amo” por una metáfora o una analogía, a explicar el sentimiento, a expresar directamente lo que sientes, a algo que no te lo va a decir un diccionario a algo que no puedes ponerlo como general, porque… ¡Oh! ¿Quién habrá sentido antes correr por la sangre de un águila negra que vuela sobre el Himalaya cuando habla con ella? ¿Quién sintió antes salir de su cuerpo mientras olía el aroma de su cabello? ¿Quién sintió todo como una fantasía después de haber sentido el deleite de sus labios? ¿Quién ha creado la música más hermosa en su cabeza mientras te cuenta su día? ¿Quién ha bailado al son de las aves después de haber pasado un segundo a su lado? ¿Quién creó todo un mundo alrededor de una serie de miradas? ¿Quién ha llorado tanto la muerte de aquello que no ha muerto?
El muchacho harto de escuchar al viejo se convenció que era no más que un loco por lo que llamó a la policía y pidió que lo llevaran a internar a un hospicio, un manicomio o que le aplicaran eutanasia, pero el viejo perdido en sus sentimientos y en sus ideales no se dio cuenta que él se había marchado. Los policías tomaron al viejo por los brazos
pero él seguía gritando:
— ¡Fui yo! Y eso suena muy simple aquí ante ustedes, porque el lenguaje encadena al corazón y a los sentimientos, así como el cuerpo encadena al alma, pero lo más importante es… ¿Quién perdió la razón jugando a esconderla él mismo? ¡FUI YO! ¡Carajo fui yo! ¡Y ahí no había muerte! ¡Y ahí no había odio! No había guerras.
A la mañana ya no había loco gritando, ni niños riendo, ni madres censurando, ni hombres mirando feo, el mundo volvió a borrar una duda de sus páginas blancas.
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