domingo, 7 de abril de 2013

Afortunado en el juego...


El Pony Anónimo

Y pues ahí estaba, sentado en el sofá, el único sofá que me quedaba… ah, esas cosas de la vida, tal vez tenían razón después de todo, debía pensar a futuro, pero nunca  quise hacerles caso, después de todo… Están aquí para arruinarnos la vida ¿No?
Interrumpió mis pensamientos una voz ronca que olía a alcohol:
—Oye… compa, y ¿Cómo vas con las deudas del juego? — Se sentó junto a mí.
No quería responderle, no quería que supiera lo sucedido.
—Todas saldadas—Me recosté sobre el sofá y prendí un cigarrillo—Ve… tan excéntrico soy que puse un sofá en la calle para ver a las estrellas.

¿Cómo iba a explicarle lo que sucedió?  … Iba a decirle que… pero todo iba muy bien.

Iba muy bien, ¿Cómo negarlo? Unas noches en el bar del “Negro” me habían inflado bastante bien, salvo las amenazas que me habían hecho porque pensaban que hacía trampa, pero no lo hacía y aun así, las cosas caen por gravedad propia.

— ¿Entonces? ¿Está todo saldado?

Seguí todavía yendo un mes entero, ya no me iba tan bien como antes, pero dejaba ganancias, mi esposa disfrutaba su vida, ya no se quejaba de todo, el mundo era color de rosa y me encantaba, pero de rosa pastel quería hacerlo rosa mexicano y pues… un mes más tras los números de oro y empecé a manejar negativos, ya ni los tréboles, ni las herraduras de caballo, ni las milagrosas patas de conejo me salvarían.
—Así parece, todo saldado, —Reí secamente— ¿Pero quién quita que siga teniendo suerte y que lo embargado no haya sido ni una tercera parte de mi riqueza?
—Me alegra eso…—Señaló a mi mano—Compa, el cigarro te va a quemar la mano.
Empecé a sentir el calor y lo solté, ah, ¡maldita sea, ese era mi último cigarro! ¡Y se consumió!  ¡Me lleva!
—Bueno… ¿Y qué tal tu esposa? ¿Buena como siempre? — Y se echó a reír a carcajadas.
También eso era un gran problema, todos le traían ganas y yo lo sabía, su exigencia y su buen cuerpo eran como un control mental para mi… ¿Cómo mantenerla atada y feliz con mi sueldo de oficinista si el jefe es un maldito negrero?... la respuesta salió en las apuestas, nunca la vi más feliz, sobre todo cuando nos fuimos de vacaciones a Huatulco para despistar por un rato a mis acreedores y sus usuras.
—Por ahí está…—gruñí— Tan buena como siempre.
— ¿Y la niña?

Luego volví, después de maravillosas veladas con ella, amor por todas partes, su perfección, su esencia, que no olía más que a mi felicidad, pero sí, volví… Y no me sorprendió en lo más mínimo que ellos fueran los primeros que me llamaron, además de unos cuantos mensajes en el receptor de llamadas, dónde me decían que me habían despedido por no haberme reportado a trabajar. Debía de vender algo rápido, no lo sé, un coche tal vez… pero ¡pum! Viene la sorpresa de… “Martín, estoy esperando un niño tuyo.” No podía venir en mejor momento, en mejor momento para criarse en una silla rota, (porque ni para cuna).

—Por ahí anda, ya empieza a hablar.

Y los intereses hicieron subir la deuda de mis apuestas como espuma para chocolate, y al poco rato ya empezaban a embargar las cosas, pero pedí tiempo para pagarlo, aunque también tenía bocas que alimentar y no pude liquidar casi nada y al poco rato… esposa, hija, muebles, coches, trastos, casa… ¡Todo! Era ya de ellos y al final, sólo llegó un empleado a decirme: “El sofá es suyo, acaba de liquidar su deuda.” Y lloré, lloré bastante, era la único que me quedaba, y me recosté sobre él y es aquí donde estoy ahorita, en esta preciosidad de mueble, roble del fino, con un acabado muy bonito, oscuro y…
—Bueno, me alegro que todo esté bien compa. —Dijo alegremente. — Lamento haberte entretenido… Veo, que sacaste a la calle el mueble que te presté cuando recién te mudaste, bueno, pues lo necesito, para eso he venido.
Me quedé helado, había olvidado eso…
— ¡Perfecto! No te preocupes, tómalo, ya sacaré el otro que tengo en la casa.
Y se lo llevó, lo montó en su camioneta… ¡Y se lo llevó! ¿Por qué pensé en mentirle desde un principio? ¿Por qué lo hice? Maldición, y me senté en la banqueta.

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