martes, 30 de octubre de 2012

CAPÍTULO III


Estanterías se extendían a lo largo de la sala, estanterías grises que portaban dolor; dolor que llevaba directamente al suicido, una oficina de almacenaje donde sólo cabía el suplicio de las almas humanas para que luego, este dolor fuera utilizado para enjuiciarlos a todos de la manera más fría, cruel y objetiva.
 Antonio se encontraba en medio de todo el complejo de almacenamiento. Con una llevadera curiosidad abrió una de las cajas de plástico que tenía a un lado, un aura salió del interior de la caja hasta las sienes de él, una visión se proyectó adentro de su cabeza.

Carta a mis padres
 12/12/1999
Samuel Santos

Sé que no soy el mejor hijo del mundo, ni de todos en la ciudad, ni de ningún lugar en especial, también sé que me han tomado siempre como el hijo que no se esfuerza en lo que quiere y que de este modo, tampoco logra su cometido. Soy el hijo que siempre les lleva la contraria y hace perder su tiempo, llevo un estigma de aquel que tiene una inteligencia con ceguera causada por mi holgazanería y vida despreocupada, me alegra que es el fin del diario que estuve escribiendo y el final de éste termina así:

He visto a la bestia a los ojos,
Como en sueños y pesadillas,

su extraño mirar de rojo,

ahora mueven mis manecillas.


No es mala como todos piensan,

ella todo mi ser ha entumido;

pesares, dolor, que no atormentan,

mi ser en ningún sentido.


Ahora yo me cubro de blanco

y ustedes de su lúgubre negro

debería no ser así siendo franco,

pues de estar así me alegro. 

Te quiere… Tu Hijo Sam.
No lloren por mí.
Según el periódico "El Heraldo" del día siguiente (13/12/1999), encontraron su cadáver enterrado bajo la nieve. 

Antonio, se había quedado frío, a pesar de que leyendo el último texto se había sentido como un niño con un nuevo juguete, tan jovial y renovado. Puesto que a él le encantaba la literatura, y se dio cuenta que era una obra maravillosa, contenía un gran valor escrito, parecía como si la tinta con la que se escribió el poema y la carta fueran una gran corriente de sangre y sentimientos, Antonio se quedó quieto, luego, avanzó 30 pasos rápidamente y volvió a abrir una de las cajas, otra vez el aura atravesó su cabeza.

¿Zoo Lógicamente Correcto?

Siete de agosto de mil novecientos ochenta y siete.

No entiendo a las personas, sé que esta mal mi percepción pero, cada día que pasa se me asemejan más y más a unos animales dignos de estar en un zoológico, en algún tipo de granja industrial o en una exposición sobre la época de las cavernas. Hay según mí criterio estas copias de animales en nuestra sociedad:
Los borregos: Personas indefensas o de carácter gregario que buscan sentirse seguras viviendo en comunidad, aun cuando no haya reciprocidad entre los miembros del grupo, son sólo grandes hipócritas.
Los Perros: Son líderes de rebaño para las ovejas, las mueven a su gusto y las protegen de otras razas de animales más hostiles, su pasión es hacer sentir seguros a los animales débiles haciéndolos sentir todavía mas débiles.
Las Hienas: Son animales gregarios y débiles pero sumamente hostiles, se alimentan de ovejas y algunas veces perros, cazan en grupo, la carne que comen les da felicidad.
Los Lobos: La raza más rara y dura, descrita como una raza triste y solitaria, allanan los campos de cultivo, de pastado y las casas de los perros así como las guaridas de las hienas, viven en un completo hermetismo debido a que los demás lobos también se extinguen, no tienen deseos de poder ni de hostilidad contra otros animales, sólo quieren una fiel compañía hasta el final de sus días, generalmente mueren retorcidos en sus pensamientos, solitarios en un mundo de hipocresía.

¿Y que si me siento cómo un lobo? En esta metáfora no hay salida pero si vemos dentro de nuestra sociedad vemos que vivir como los demás de una manera hipócrita sería una forma de no sentirse tan solo y acabar con tus sentimientos de soledad, aunque la soledad es una respuesta ante la incapacidad de encontrar a alguien como tu y si te disfrazas de oveja o de perro, fabricarías tu entonces la hipocresía y si lo haces con el fin de encontrar a alguien como tu, entonces estarías viviendo una mentira.

La soledad es un laberinto extenso, donde sólo existe el arribismo social, la infidelidad y otra numerosa gama de sentimientos reprimidos quedan como salida, escondidos bajo el plomo de nuestros pechos, no digo que no haya otra salida, per simplemente que es un largo camino y además este lobo ya ha mordido sus propias patas.
Gregory Heinz

Antonio dio una carcajada enorme y exclamó -¡Debilidad! ¡Eso es debilidad!- el cuarto retumbó y los ecos que rebotaron en la pared, golpearon la cara de este, con tal fuerza que le rompieron la nariz quedando así completamente chueca, calló y siguió caminando todavía unos metros más. Otra vez volvió a abrir una caja de plástico:

Fragmento de la memoria de Ignacio Navarro (Alma número 17102010 del año humano en curso, 1995)

"Al oír mi padre el anterior forcejeo en la puerta que daba hacía la calle, salió con un cuchillo de cocina en una mano y su botella de ron en otra…” 
Era pasada la media noche y mi padre me miraba con sus típicos ojos rojos, perdidos; que siempre cargaba después de agarrar una borrachera de buró. Empezó caminando lentamente hacía nosotros en pasos pequeños, que posteriormente se volvieron agigantados pero lentos, la distancia entre ellos era consumida más y más, hasta que en un punto se detuvo, quedó parado a unos metros de ellos y lanzó el cuchillo hacia las piernas de mi novia, apenas rozó la piel de ella y le sacó una herida pequeñísima, después ella salió huyendo y yo golpeé en la cara a mi padre, con todas mis fuerzas, tanto que sentí en mi mano un dolor inmenso, él como si no hubiera sentido el golpe, me clavó su cuchillo en el muslo derecho y me gritó con todas sus fuerzas en el oído, -¿Que crees que haces imbécil? ¡Hoy pudiste haber sido hombre! Pero no, hoy eres, hombre... ¡un hombre muerto!- me enterró el cuchillo todavía mas al fondo y se fue detrás de ella, yo me puse de pie como si nada hubiera pasado, la adrenalina del momento me hizo correr detrás de él a toda máquina, pero sabía que después de eso mi pierna no volvería a funcionar de la misma manera, o que me la amputarían, pero yo no quería perderla a ella, el miedo a quedarme solo me invadía, no me importaba mi pierna si no estar junto a ella así que seguí corriendo y corriendo, atravesé todo por donde habían pasado, incluso tuve que saltar un muro, pero era lo necesario, la quería a mi lado, la quería conmigo, era la única persona que había llegado a entenderme y ahora mi padre estaba apunto de matarla. 
Finalmente llegué a un páramo donde no había nada, la luna alumbraba con su escasa luz todo el lugar, a lo lejos dos sombras forcejeaban una más grande que la otra, la sombra grande tendía a caer muchas veces y se me movía torpemente. Grité muchas veces pero nadie respondía, la adrenalina se me había acabado y tenía que empezar a arrastrarme, mi vista empezaba a irse, todo lo que recuerdo fueron las palabras: "Yo voy a hacer lo que mi hijo no pudo, y lo haré aquí en este lugar, debajo de esta preciosa luna".


Al día siguiente amanecí en una camilla del hospital, con ambas piernas amputadas, al parecer mi padre después de haber cometido lo que sea que le hizo a mi novia, volvió para lastimarme la otra pierna, o tal vez lo hizo desde un principio, la verdad no recuerdo mucho de cuando nos atacó. ahora mi ser estaba destruido, era ya la mitad de un vegetal. Debí de haber muerto como mis demás hermanos, así ella ni nadie más relacionado en mi vida hubiera sufrido de esta manera.

 
Nota: El Recuerdo tiene su fin en esta parte, para más información checa fuentes periodísticas o habla con el receptor sobre los detalles que tuvieron las demás personas ahí presentes.

Antonio se quedó atónito, la curiosidad lo mataba, ese recuerdo había quedado inconcluso, pero ya solo quedaban 30 minutos de tiempo en el almacén del receptor, si se quedaba ahí mas tiempo, sería tragado por alguna caja plástica y se convertiría en un recuerdo más, le dio una ojeada al número que tenía en su papel revolución, abrió la caja plástica correspondiente y salió corriendo asustado como si hubiera visto a un monstruo y cerró la fuerta de un asotón.
Faltaban ya sólo unas cuantas horas para el juicio de Ámbar que era a las 20 horas del ciclo siguiente.


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