Era simplemente las 8:00 pm y naturalmente no había ni un mínimo silbido de vida en el cuarto donde me encontraba, salvo las borrascas que entraban de los ideales en gran tormenta... lo llamo pomposa verborrea porque en realidad eso es, un grito sin sentido de lo que quería decir en ese momento, que para muchos no tendrá ningún sentido claro, razón por la cual lo dividí en secciones, para tomar varias formas. Feliz, feliz, felicidad, en realidad no quise refinarlo para no sacarme así cosas demás que me estresaran, éste texto no tiene más que el fin de expresar. Le digo al lector que lo lea como guste, en el orden que quiera, pero yo le he puesto un sentido algo vahoso, como ver con ojos alcóholicos algo sin sentido, o con un sentido aparente que va desde el 1 al 18. Por primera vez no tomaré una crítica tan en serio si es que critican esta aparente obra, pues la hice sólo por la diversión de un trama sin sentido.
1
Esa es la manera en la que
comienza mi historia, sin ningún inhibidor ya del limbo presente, sin embargo,
con múltiples diarreas mentales y lagunas, la realidad se torna un poco confusa
y de cierto modo cubierta con brumas y vahos que no permiten observar en lo más
mínimo, uno de esos vahos y brumas cubrieron la causa de mi adictivo actuar.
No sé ni por dónde empezar.
2
¡Revolucionario pensamiento! Siempre lo
hago para olvidar, pero nunca me pregunto qué es lo que quiero olvidar,
precisamente son las cosas que no he podido responderme nunca, las cosas que
vas desenredando para darte cuenta que en realidad la soga estaba mordisqueada
desde un principio, me orilla a pensar al escuálido inicio, aunque me cause
problemas de equilibrio.
3
Es el momento decisivo, la noche
negra de oscuridad vuelve invisible al mar que supuestamente debería estar bajo
mis pies, pero no, yo sólo veo puras tinieblas, y más lejos, entre las montañas
algo abruptas, dónde se colocan las tinieblas también, como una espesa película
que no deja ver nada en especial, sólo pequeñas y fulgurantes luces perdidas
entre todo el hórrido vacío, que naturalmente significan el fin de nuestro
camino, la luz al final del túnel.
Posiblemente, identificando
numerosas razones, haciendo cuenta de lo que ha sucedido, entonces podría darme
cuenta de porque mantengo el equilibrio sobre ésta baranda, que oxidada y con
mi agilidad natural, me permite no caer a las tinieblas, ni a la superficie
sólida de estable aluminio que sirve de suelo a los balcones del faro.
Intermitentemente, se dibuja mi sombra en el mar de lúgubres colores, como si
éste me llamara, como si me atrajera magnéticamente hacia su temible
incertidumbre.
4
Identificando la búsqueda de
nuestra pieza faltante, tal vez sería el espacio que hace falta en el espacio
de mi argumento, el espacio que da como resultado mi carrera de equilibrista,
directamente entre lo oscuro y lo diáfano e iluminado.
Identificando la búsqueda de
nuestro sentido de actuar, obrar o nuestro último fin, es igualmente tal vez la
parte faltante que llena el agujero de nuestra trama.
O tal vez identificando vuestra
vida formal y estable, causal a nuestro placer; sería como llenamos el agujero
de nuestra trama indecente, que nos lleva a caminar en el limbo de nuestro
pensamientos.
Tal cual… haciendo recuentos,
identificando y forzándome a recordar, mis serias adicciones me causan dolores
de cabeza, mareos y náuseas, es normal, como todo presentarse eso después de
eliminar tu dosis.
5
De un momento a otro, olvidando
dónde me encontraba anteriormente, estoy sentado sobre un asiento mullido de
tapiz rojo de seda, construido de una madera igual de fina que la tela, que con
su barniz brillaba en fulgores café oscuros, todo el lugar olía raro, como si
el etanol fortísimo de un licor hubiera caído sobre una especiera y ésta,
corroída por la destilación, hubiera hecho una bomba pestilente que inunda el
ambiente.
A nadie parecía importarle,
tampoco parecía importarle a alguien el espesísimo humo de tabaco y otras
sustancias que me hacía harto difícil identifica el papel tapiz en las paredes,
sin embargo, el ambiente de antaño que había manchado en todo el lugar, con el
mobiliario del siglo XVIII y el tapiz que simulaban cuernos de la abundancia y
que en espacios se ocultaba tras de los cuadros de rococó, y otros diversos
cuadros antagónicos que clamaban revolución contra el absolutismo,
curiosamente, estábamos en el siglo XXI.
Maldición, ¿Qué hace ella
aferrada a mi brazo? No le he visto nunca antes en mi vida, vestida como una
dama revolucionaria, apretada y abruptamente escotada en un corsé, se embarra
contra mi pecho, el pecho se me contrae, los cabellos erizados de mi cabeza se
tensan con la sonrisa que se dibuja en mi mente, creando hilos entretejidos en
un futuro distante, inmutable.
6
¿Cómo puede ser aquello lo que tanto me
atormenta? ¿Cómo puede lograr mantenerme de ésta manera? Si ha muerto, ha
muerto, para mi y para lo que sea, para mi subjetividad, para la lámpara de
allá, para el refrigerador de acullá, para mi mundo a muerto, no sé cuáles sean
sus designios, pero eso es la realidad. La he tomado lejos de todo lo que
significa el mundo para mí, pero si en la memoria de alguien más cabe,
adelante, adelante, abierta está su existencia. ¿Qué es lo que deseaba olvidar?
¡Nada de nada!
7
Ingrávido, todo se presenta ingrávido,
no sé ya ni lo que he hecho, sólo se que ella ya no se encuentra entre mi
pecho, ni entre mi nada, dudo ahora que se presente como algo real en éste
mundo, sólo estoy seguro que yo no lo he hecho, yo no lo he hecho lo juro, fue
ella, ella se eliminó, ella con sus acciones lo ha provocado y siento no verla,
siento que se ha desvanecido en los primeros rayos del alba, cargando con sus
maletas.
8
Vuelvo una vez más a las andadas, el
piso de mi recámara, tornado de colores de ficción indecente, mira por allá, es
un unicornio volando entre las cuevas de loza dibujadas en mi piso, todo brilla
en dulces fulgores del sinsentido, todo parece flotar, en el baño una voz me
llama, con la cándida voz del amor, suena tan sugestiva y al mismo tiempo tan
poco explícita, nada tiene sentido, nada, mi mujercita me habla en idiomas
extraños, idiomas que no entiendo porque no quiero hablar, idiomas tomados a la
ligera por nosotros y sobre entendidos por ellas, mas disuelta la ilusión, no
hay mujercita en ningún lado, ¿Dónde está? ¿Dónde se ha metido vos?
¿Dónde estás? ¿Por qué has de abandonarme? Le grito al mundo, mi mundo, le grito como quisiera que fuera destrozado, como una copa, porque la copa, no sirve si no está llena del vino más delicioso, brindo ante la oscuridad, abrasadora, perfecta, copiosa. Brindo con mi copa vacía.
9
Clones, Señoritas, hermosuras andantes,
Clones, perfectas damiselas, Clones, maniquís de seda, dejadme besar sus manos,
aunque por el fondo finja amarles, siempre sabré que no hay comparación alguna
con la pequeña damisela que amaba escuchar Mozart, que amaba pasear sólo de
noche, que precisaba problemas auditivos y que por eso tenía que gritarle
cuánto la amaba, y aún cuando se lo decía lo más alto que pudiera se hacía de
oídos sordos, sólo para que me acercara abrazarla y demostrárselo con lo sensitivo,
¡Pero comprendan Señoritas, que cuando grito su nombre, no será más que
acostado en mi cama! Con ustedes a mi lado… claro está, pues no puedo
arreglarme de otra manera que engañándome a mi mismo, pasándome la mordida
debajo de la mesa, debajo de mi mente, piel lívida y venas dejando marcas
rojas, que tienen como objeto la felicidad.
10
Una vez más me encuentro en un salón,
ahora reflejando la fría tecnología, el ambiente se filtra entre las luces de
neón y láseres, botellas se alzan sobre la mesa, todas vacías; inmediatamente,
como si alguien leyera mentes, un mesero entra felizmente en nuestra rueda,
coloca la botella de vodka en el centro de la mesa, nos pregunta si queremos
algo más, mientras me guiña el ojo, no sé porqué y sale por donde entró
¡Oh! Una señorita, está aferrada a mi
otra vez, causa una sensación en mí, que no causa más que operaciones
sensitivas, espiritualmente me siento vacío, pero brindo con mi vaso, por ésta
señorita, oh, hermosa señorita ayudándome a salir del hoyo, de la tumba que he
cavado, a aguja y memoria, a pérdida y… me gusta, me gusta... eres perfecta.
11
Ya van varias visiones, o lo que sea que
es ésta tortura ya no sé siquiera que es realidad. Como dije, ya van varias
visiones en las que aparezco cada vez con una mujer diferente, fingiendo sentir
el ideal, el sentimiento que se tiene, el gusto se ha inmutado, de un gusto
espiritual a algo diferente, cada vez cambia y nunca es lo mismo, lo mismo a lo
que se siente por primera vez.
12
No entiendo qué es lo que pasa, me
levanto y rompo con lo que estaba haciendo aparentemente hace dos o tres
minutos, no sé donde estaba, cada vez, es una mujer diferente, un lugar
diferente, ya no recuerdo nada de nada. Tatuajes nuevos, unicornios,
serpientes, aves, peces, creaturas mitológicas lucen ahora mis antebrazos sin
saber siquiera qué es lo que significaban, he decidido, tomar apuntes de todo
lo que sucede, y enumerarlos de forma en que pueda organizarlos de forma
cronológicamente, cuando los escribí.
13
Tantos recuerdos, tantas caras han
pasado y me he quedado con una, aquella que menos se parece a mis pesadillas
con falta de existencia, aquellas que menos se parece a lo que alguna vez supe,
todo esto posible simplemente por el vano deseo de experimentar y sirvió, las
memorias no se conservan y he dejado de picarme, he dejado de tomar y sobre
todo la estabilidad llama a mi puerta. Ya no soy culpable del sentido amorfo de
mi vida, aunque brindo otra vez con mi copa vacía.
14
El dolor crónico, la receta, la
felicidad, el desperdicio, lo lamentable, el futuro, la muerte, el término, la
realidad, lo ideal, el futuro, lo ideal, lo futuro, lo ideal,
intermitentemente, mezclándose hasta que la cocción termina comparada con la
imagen del recetario, siendo finalmente antagónica, y la fórmula de igual
manera, dando resultado dolor crónico, contrario a la felicidad. Mentalmente
esto causa terremotos terribles, moviendo todo alrededor. El mundo se mueve, la
oscuridad se retuerce, las luces refunfuñan en tiernos fulgores y uno de mis
pies, pierde el equilibrio y se suelta de su espacio relativamente estable en
la baranda, con el mareo y el dolor que asalta mi pecho intento colocarlo otra
vez en su lugar, lográndolo, pero perdiendo el equilibrio perfecto que tenía
inicialmente.
15
Llego a un páramo seco, donde se ubica
un gran foco sobre un trípode, dando prueba del efecto Tyndall sobre las brumas
marinas que se alzan sobre el gran islote, la oscuridad reina, perfecta, como
la dama de todo, una vez más la bruma sube por la costa, hasta la punta del
altísimo trípode. Subo poco a poco, lentamente por las escaleras oxidadas, cada
peldaño es un recuerdo, pero de ninguna manera llego a pensar qué es lo que me
trajo hasta acá.
16
¡Qué estupidez! Me paro sobre la baranda
y me pongo a observar el océano. Y recuerdo inmediatamente qué es lo que me
había ahí, en principio, lo que produjo el vacío, la cruel desesperación.
17
Había bajado la cresta de mi viaje y
finalmente observé en mi memoria, el cadáver en mi baño, el cadáver de una
linda señorita, ruborizada de pena, ¿Cómo alguien podía haber hecho eso? ¿Cómo
podía dejarla ahí en el piso desnuda?
18
Súbitamente me mareé, luché en la
baranda, contra la gravedad que me jalaba, contra la presión, contra el mareo,
contra la realidad y caí directamente en la marea negra, que jalaba a la
oscuridad a aquellos que bien lo merecían y bien lo tenía merecido. Esa era mi razón, la pieza que faltaba, y que precisamente ahora era un hoyo que se tragaba todo.